Así como en la deformación profunda se logra
un endurecimiento por deformación de toda la
masa, se puede obtener un efecto menor martilleando las superficies del metal, con lo cual se
endurece por acritud, se eleva su límite de fatiga
y se reduce la posibilidad de roturas originadas
por las fisuras artificiales.
Modernamente se someten los muelles al bombardeo por perdigones, logrando endurecer así
su superficie.
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