Se conoce también como afino en convertidores
Bessemer, llamado así por haber sido ideado en
1856 por E. Bessemer, ingeniero inglés. Consiste,
en lanzar aire comprimido a través de la fundición en estado de fusión, con lo cual, oxidándose
mente el carbono, aquélla se transforma en
acero o hierro. Para que el afino se haga en buenas condiciones, es indispensable que la temperatura del baño sea siempre superior a la del
punto de fusión del metal en los diversos grados
de su transformación, el cual se eleva a medida
que adelanta el proceso; y, como no puede acudirse a una fuente de calor externa, es necesario
que la fundición contenga cuerpos combustibles
para que el calor desarrollado en su oxidación
mantenga el metal al grado necesario.
El convertidor consiste en un recipiente en
forma de pera (fig. 12) en que se distinguen tres
partes principales: la central, el cuello de la retorta y la parte baja. El fondo propiamente dicho
está provisto de orificios para la entrada de aire
y se hace independiente del resto, comunicando
con una caja de aire colocada en la parte inferior
El aparato está sostenido por gorrones a propósito para que pueda bascular alrededor de un
eje. Uno de los gorrones lleva una rueda dentada
que engrana con una cremallera y el otro es
hueco para permitir el paso del aire, que va
desde las máquinas soplantes a la cámara de
viento.
La forma del cuello de la retorta se justifica porque, si fuera concéntrica con el eje de la misma,
proyectaríanse al exterior partículas de hierro
impulsadas por el aire que lo atraviesa.
Al comenzar el proceso se hace bascular el convertidor de modo que su eje se coloque normalmente en la dirección que se ve en la figura, quedando el cuello a la derecha de la vertical; luego
se inyecta aire y su impulso impide que la fundición se vaya por las toberas al colocar el convertidor en su posición normal.
La fundición a transformar en hierro o acero
puede tomarse directamente del alto horno o
bien del cubilote. El calor debe ser el suficiente
para mantener la fluidez necesaria a pesar no
sólo de la gran masa de metal que se trata, sino
también y principalmente de la combustión del
carbono y demás elementos que contiene.
El revestimiento será, naturalmente, de materia
refractaria, pero debe ser ácido, a base de sílice,
utilizado en el convertidor Bessemer; o bien básico, empleado en las funciones que contienen
fósforo a base de dolomía (carbonato de cal y
magnesia), que se utiliza en el convertidor Thomas.
Para iniciar el proceso, es decir, para recibir la
colada, el convertidor ha de estar calentado al
blanco, para lo cual se emplea coque que se
quema en su interior. La transformación de la
fundición en acero dura unos veinte minutos,
conociéndose la marcha de la operación por el
aspecto de las llamas y las chispas que salen por
la boca; o, con más exactitud, observándolas a
través de un espectroscopio. La capacidad de los
convertidores varía entre 15 y 25 toneladas.
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