sábado, 9 de agosto de 2014

Afino al aire

Se conoce también como afino en convertidores Bessemer, llamado así por haber sido ideado en 1856 por E. Bessemer, ingeniero inglés. Consiste, en lanzar aire comprimido a través de la fundición en estado de fusión, con lo cual, oxidándose mente el carbono, aquélla se transforma en acero o hierro. Para que el afino se haga en buenas condiciones, es indispensable que la temperatura del baño sea siempre superior a la del punto de fusión del metal en los diversos grados de su transformación, el cual se eleva a medida que adelanta el proceso; y, como no puede acudirse a una fuente de calor externa, es necesario que la fundición contenga cuerpos combustibles para que el calor desarrollado en su oxidación mantenga el metal al grado necesario.
El convertidor consiste en un recipiente en forma de pera (fig. 12) en que se distinguen tres partes principales: la central, el cuello de la retorta y la parte baja. El fondo propiamente dicho está provisto de orificios para la entrada de aire y se hace independiente del resto, comunicando con una caja de aire colocada en la parte inferior El aparato está sostenido por gorrones a propósito para que pueda bascular alrededor de un eje. Uno de los gorrones lleva una rueda dentada que engrana con una cremallera y el otro es hueco para permitir el paso del aire, que va desde las máquinas soplantes a la cámara de viento. La forma del cuello de la retorta se justifica porque, si fuera concéntrica con el eje de la misma, proyectaríanse al exterior partículas de hierro impulsadas por el aire que lo atraviesa. Al comenzar el proceso se hace bascular el convertidor de modo que su eje se coloque normalmente en la dirección que se ve en la figura, quedando el cuello a la derecha de la vertical; luego se inyecta aire y su impulso impide que la fundición se vaya por las toberas al colocar el convertidor en su posición normal.
La fundición a transformar en hierro o acero puede tomarse directamente del alto horno o bien del cubilote. El calor debe ser el suficiente para mantener la fluidez necesaria a pesar no sólo de la gran masa de metal que se trata, sino también y principalmente de la combustión del carbono y demás elementos que contiene. El revestimiento será, naturalmente, de materia refractaria, pero debe ser ácido, a base de sílice, utilizado en el convertidor Bessemer; o bien básico, empleado en las funciones que contienen fósforo a base de dolomía (carbonato de cal y magnesia), que se utiliza en el convertidor Thomas. Para iniciar el proceso, es decir, para recibir la colada, el convertidor ha de estar calentado al blanco, para lo cual se emplea coque que se quema en su interior. La transformación de la fundición en acero dura unos veinte minutos, conociéndose la marcha de la operación por el aspecto de las llamas y las chispas que salen por la boca; o, con más exactitud, observándolas a través de un espectroscopio. La capacidad de los convertidores varía entre 15 y 25 toneladas.

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