La protección catódica es una consecuencia del
mecanismo electroquímico expuesto en las causas de corrosión y consiste en incluir la pieza
que se desea proteger en un circuito eléctrico en
el cual ésta actúa de cátodo. Por ejemplo, si se
quiere proteger un depósito de chapa de acero
que contenga agua, se añade un ánodo de magnesio en contacto con la chapa, de forma que el
hierro resulta protegido a costa de consumirse
en cinc.
Los ánodos más empleados son de cinc, aluminio o magnesio.
Si la resistencia eléctrica del baño o medio en
que se encuentra el metal a proteger es demasiado grande y la corriente que circula entre los
dos metales es demasiado débil, debe suministrarse corriente continua exterior además de incluir los ánodos, que en este caso son de hierro.
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