La corrosión se presenta bajo distintas formas y
depende de la cantidad del metal y de los factores que intervienen. Esencialmente, se pueden
distinguir tres formas o tipos de corrosión:
Corrosión general
Es la que se produce uniforme y homogéneamente en toda la superficie, y su efecto se traduce en una reducción del espesor y, por tanto,
del peso del metal.
Corrosión localizada
Se manifiesta en las zonas de la superficie donde
se localiza el efecto destructivo, quedando el metal «picado» o con grandes rugosidades.
Corrosión intergranular
Se produce en la unión de los granos o cristales
de la estructura de los metales, por impurezas en
sus contornos, debilitando su resistencia y pudiendo originar la desintegración de la pieza sin
que apenas sea visible al exterior.
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