La corrosión no ataca por igual a todos los metales, aun en un mismo ambiente, puesto que están
más sujetos a sus efectos los que presentan un carácter más electronegativo que el del hidrógeno.
Aun tratándose de dos metales con igual carácter, no sufren la corrosión en la misma forma; y
algunos, como el cromo y el níquel, quedan «pasivados», y en tal condición no la experimentan.
Actualmente se admite que la corrosión se produce por dos clases de acciones fundamentales:
la química y la electroquímica. A su vez, la corrosión electroquímica puede producirse sin una
fuerza electromotriz exterior, llamándose entonces corrosión galvánica, o a causa de dicha
fuerza, constituyendo entonces la corrosión electroquímica propiamente dicha.
Corrosión galvánica
Si se sumergen dos metales en una disolución
acuosa o se exponen a la atmósfera húmeda, se
produce una corrosión del metal de menor potencial electroquímico, que actúa como ánodo, y
permanece inactivo el de mayor potencial electroquímico.
A continuación se expone la denominada serie de
potenciales electroquímicos, que ordena los metales según su tendencia a corroerse, es decir, a disolverse en una solución normal, asignando el
valor cero al hidrógeno.
En esta serie hay elementos con mayor potencial que el del hidrógeno (positivos), y el lado de la escala en que están situados se llama lado noble o protegido. En
el extremo contrario están los elementos con
menor potencial (negativos), situados en el llamado lado activo o corroído.
Cuando dos metales están sumergidos en una disolución, dado que sus potenciales son distintos,
se produce un desplazamiento de partículas metálicas cargadas eléctricamente, llamadas iones,
que van del metal de menor potencial al de mayor, ocasionándose así una corrosión del primero, que actúa como ánodo y está más cerca
del lado activo o corroído de la serie.
Por ejemplo, si en una plancha de hierro recubierta de cinc se produce un poro, como, de los
dos metales, el que está más próximo al lado activo (el de menor potencial) es el cinc, éste se corroerá actuando como ánodo, quedando así protegido el hierro, que ejercerá de cátodo. En
cambio, si la plancha de hierro está estañada y se
produce un poro, siendo el hierro de menor potencial que el estaño, actuará de ánodo y resultará corroído.
El fenómeno de la corrosión galvánica no se produce solamente cuando hay dos metales en contacto, puesto que, cuando sólo hay un metal
sumergido en una disolución acuosa o en atmósfera húmeda, entre metal y disolución se establece una diferencia de potencial que produce
un desplazamiento de iones del metal a la disolución o al revés.
Existen también otras causas de corrosión aun
cuando no haya una solución salina, pues tambien se produce en un metal enterrado si en las
proximidades hay otro catódico con respecto a
él.
Y puede suceder, sin que exista otro metal,
por heterogeneidad en el mismo metal o por el
medio circundante: un trozo de tubería nueva
insertado en otra vieja puede corroerse porque
actuará de ánodo, y la vieja, de cátodo; una impureza en la superficie de un metal puede iniciar
una corrosión electroquímica actuando la impureza de cátodo, y el hierro, de ánodo.
Las tensiones internas o externas de un metal, el
estado de su superficie, etc., son causas de corrosión, así como las diferencias de temperatura, de
concentración y de contenido de oxígeno.
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