Tratamiento termoquímico que consiste en enriquecer la superficie del acero por medio de la
absorción del nitrógeno, calentándolo a unos
500 °C en una corriente de amoníaco. Consigue
capas extraordinariamente duras sin necesidad
de un tratamiento posterior.
Los efectos que intenta conseguir son:
• Capas superficiales más duras (78 I-IRc)
que las cementadas.
• Superficies más resistentes al desgaste y,
en algunos casos también, más resistentes a la
corrosión.
Se aplica a piezas que van a ser sometidas a esfuerzos simultáneos de choque y rozamiento
(punzones, matrices) o que deben ser muy resistentes al desgaste (engranajes, instrumentos de
medida, etc.). Los aceros empleados son, principalmente, los aleados con aluminio, cromo y molibdeno.
Los espesores de capa obtenidos varían entre
0,20 y 0,70 mm y dependen de la duración del
tratamiento.
Las ventajas de la nitruración, además de las excelentes condiciones de dureza y resistencia al
rozamiento, residen en que, al ser templadas y
revenidas previamente las piezas, no existe el peligro de deformaciones y grietas después del tratamiento y, por tanto, se tratan casi con sus dimensiones finales.
El inconveniente mayor es el de su duración, ya
que, para un espesor de 0,5 mm, se requieren
cerca de 70 horas de tratamiento.
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