Los gases originados por las reacciones acaecidas en el alto horno se aprovechan para impulsar las máquinas soplantes o bien para calentar el aire de alimentación, para lo cual hay en el tragante la correspondiente toma de gases. Los gases, conducidos por tuberías de gran diámetro y
con cambios bruscos de dirección, a fin de que
se deposite el polvo arrastrado, son llevados a
los recuperadores.
El más empicado de éstos, el del tipo Cowper,
consiste en unas torres cilindricas de 20 a 30 metros de altura, con casquete esférico en la parte
superior y construidas con chapa revestida por
dentro con material refractario. Su interior está
dividido en dos partes desiguales, en la menor de
las cuales entra el gas con el aire necesario para
su combustión. Los productos de ésta pasan por
la cámara mayor, llena de columnas de ladrillos
refractarios que se calientan, y luego a la atmósfera. Alcanzada la temperatura conveniente, se
cierra el gas y se hace circular en sentido contrario al aire frío, el cual, al pasar por la cámara de
los ladrillos, se calienta. Con varios recuperadores, cuyo enfriamiento es más rápido que el calentamiento, se mantiene la entrada de aire en el
horno a una temperatura que alcanza los 900 °C.
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