Ordenados todos los elementos en orden creciente de sus pesos atómicos (peso del átomo de
un elemento comparado con el del átomo de
oxígeno), se observa que sus semejanzas en el
comportamiento químico y las propiedades físicas y químicas se repiten periódicamente, de
modo que los elementos se pueden reunir en varios grupos. Todos los elementos situados en
cualquiera de los grupos tienen marcadas semejanzas entre sí.
El estudio de las propiedades de los elementos
permite establecer una clasificación básica en
tres grupos: metales, no metales o metaloides y gases nobles.
Metales
Poseen un brillo característico, son buenos conductores del calor y la electricidad, ofrecen una
elevada resistencia mecánica y gran plasticidad
y se combinan con el oxígeno formando óxidos.
Los metales se pueden dividir en dos grupos, el A
y el B.
El grupo A es el de los que se consideran como
verdaderos metales y comprende los alcalíneos
(litio, potasio, cesio, sodio, rubidio), los alcalíneos
tórreos (berilio, magnesio, calcio, estroncio, bario), los metales de transición (escandio, titanio,
vanadio, cromo, manganeso, hierro, cobalto,
níquel, itrio, circonio, niobio, molibdeno, tecnecio, rubidio, rodio, paladio, tántalo, wolframio,
renio, osmio, iridio, platino, radio, actinio, torio,
proactinio, uranio) y el grupo del cobre (cobre,
plata, oro).
Las características de estos metales es que su enlace es sólo metálico; es decir, no tienen otro tipo
de enlace. Por eso sus características metálicas
son más acentuadas que en los del grupo B.
El grupo B está formado por aluminio, cinc, cadmió, mercurio, plomo, bismuto, silicio, galio, indio, germanio, estaño, arsénico, antimonio, selenio y teluro. Estos metales se caracterizan
porque sus átomos no tienen un enlace exclusivamente metálico, pues en ellos intervienen enlaces homopolares.
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