Se pasará por las fundiciones y su elaboración, llegando a los aceros, que tan corrientemente se utilizan en la industria en infinidad de
formas y dimensiones.
A partir de aquí se describirán los tratamientos mecánicos que sufren hasta su transformación, como es el caso de los tratamientos térmicos. Quizás éste sea el tipo de tratamiento más importante, ya que de
él depende la vida de los aceros y de las piezas que con ellos se fabrican,
ya sea en el ramo del automóvil, o bien en la industria en general (máquinas, electrodomésticos, aeronáutica, motonáutica, etc.).
Siguiendo este apasionante camino, se llega a las protecciones, cuyos resultados son de una fiabilidad estimable, resguardando al metal
de ese cáncer que lo ataca, es decir, de la corrosión.
Se tratan también los materiales no ferrosos, con sus composiciones y aleaciones; todos ellos son utilizados en un sinfín de aplicaciones,
como decoración, y también como auxiliares de trabajo de los aceros, o
bien como aleación de ellos. No se descuidan los abrasivos; aquellos
productos que sirven para rematar el acabado mediante la pulimentación de los aceros que se utilizan. Y finalmente los aceites y lubricantes,
productos que facilitan ese deslizamiento entre las piezas, tan necesario para su buen funcionamiento.
Siguiendo con el primer volumen, el lector se adentrará en el no
menos otro apasionante tema de la Metrología. Esa disciplina, encargada de determinar las medidas y las tolerancias de fabricación de las
piezas, es fundamental para la intercambiabilidad de las mismas. Se
dictan unos conocimientos sobre un tema tan interesante como es el de
las durezas. Es fundamental su control para el mejor servicio de los
materiales en su uso práctico, sin descuidar los diferentes tipos de durezas aplicables. La última noción teórica se trata en un capítulo dedicado a la rugosidad, muchas veces invisible a simple vista o impalpable, pero que, observada al microscopio, es tan grande como para el
lector lo son las montañas y los valles de la superficie de la Tierra.
Es en el segundo volumen Metrología II, Tomo y Fresadora, cuando
el lector se adentra en lo que se podría considerar como principio de la
práctica. La primera parte trata de los instrumentos de medida. Estas
son las auténticas armas del mecánico y sin ellas no conseguiría nada.
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