Ebullición
Si se calienta un cuerpo liquido, en primer lugar
se eleva gradualmente su temperatura hasta alcanzar un nivel en que permanece constante. El
líquido comienza entonces a hervir, lo cual se caracteriza por la formación de burbujas de vapor.
A partir de este momento, todo el calor que se
suministra al líquido sirve únicamente para
mantener la ebullición.
La temperatura a la cual comienza a hervir un
líquido se llama punto de ebullición, que es distinto para cada líquido y depende además de su
presión.
Así, por ejemplo, el agua a la presión
normal de 760 mm hierve a 100UC; por el contrario, sometida a la presión de 417 mm de la columna de mercurio, su punto de ebullición desciende a 84 "C. Aumentando la presión, para lo
cual el líquido deberá calentarse en un recipiente cerrado, la temperatura de ebullición se
hace más elevada.
El agua a una presión de dos
atmósferas hierve a 120 °C.
Si se enfría el vapor, se transforma de nuevo en
líquido, y a este fenómeno se le llama condensación. Si la condensación de un vapor se realiza
en un recipiente cerrado, desciende entonces la
presión.
Para transformar un kilogramo de agua a 100 °C
en vapor, se necesitan 536 calorías.
Este calor
sirve para vencer la fuerza de cohesión de las
moléculas y producir un aumento de su volumen. Se denomina calor de vaporización.
Inversamente, un kilogramo de vapor de agua, al
condensarse, desprende la misma cantidad de
calor, el cual recibe entonces el nombre de calor
de condensación.
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