Al igual que los aceros ferríticos, no presentan
transformación alguna en el calentamiento, y
por ello su estructura es austenítica a cualquier
temperatura, como indica su nombre.
Son amagnéticos y engrosan el grano a temperaturas elevadas o con permanencias largas, pero
la fragilidad que adquieren no es tan peligrosa
como la de los aceros ferríticos.
La precipitación del carburo de cromo en las
juntas de los granos hace que se produzca una
pérdida de cromo en las inmediaciones de aquéllas.
Las zonas en que se produce esta decromización pierden inoxidabilidad, quedando sensibilizadas a la corrosión intergranular.
Para evitar la precipitación de carburos, puede
disminuirse el contenido de carbono a un
0,03 %, o bien otros elementos, como el titanio o
el niobio, más ávidos del carbono que del cromo.
Los aceros con un porcentaje de carbono superior al 0,03 % deben ser sometidos a un temple
austcnítico (hipertemple) a fin de disolver los
carburos precipitados.
En estos aceros y, en general, en todos los inoxidables y refractarios, el tiempo de permanencia
a la temperatura de tratamiento térmico debe
ser, como mínimo, el doble que en los aceros al
carbono, por ser baja su conductividad calorífica.
Dado que es difícil determinar el límite de proporcionalidad, se suele adoptar el que corresponde a un alargamiento permanente del 0,2 %.
El carbono y el nitrógeno hacen aumentar la dureza y, por consiguiente, el límite elástico.
Cuando se desea conseguir límites elásticos buenos en aceros con un porcentaje de carbono inferior al 0,03 %, se añade un 0,15 % de nitrógeno.
El crecimiento del grano en estos aceros no
ejerce influencia en las características mecánicas, pero tiene el inconveniente de hacer aparecer, en los aceros embutidos, lo que se denomina
vulgarmente piel de naranja, que dificulta las
operaciones de pulido.
La ductilidad de estos aceros es muy grande, motivo por el cual se emplean tanto en la embutición.
Una de las buenas propiedades de los aceros austcníticos es la ausencia de fragilidad a bajas
temperaturas, lo contrario de lo que sucede en
los martcnsíticos y fcrríticos. Mantienen rcsilicncias excelentes a temperaturas cercanas al cero
absoluto (—273 °C). Por el contrario, las restantes características mecánicas varían notablemente (aumentan la carga de rotura y el límite
elástico, y disminuye el alargamiento).
Los estudios realizados por Basticn y Dcdieu demuestran que, cuando se austeniza un acero del tipo
18/8 a 980 °C y se enfría en nitrógeno líquido, la
permanencia a dicha temperatura hace que
parte de la austenita se convierta en martensita.
No es posible variar las características mecánicas de esta familia de aceros con un tratamiento
térmico, ya que en el calentamiento no existe
transformación estructural.
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