Doce máquinas de elaboración de barquillos para helado y 15 para producción de conos, distribuidas en diferentes departamentos del país, han salido de las manos de un hombre que puso en práctica todo lo que aprendió en su anterior empleo y que emprendió su empresa con un capital de sólo 2.000 dólares.
Hace 10 años, el cochabambino Moisés Choque -con el apoyo de su esposa Casilda Cadima- decidió vender algunas propiedades para emprender su propio negocio. Había quedado sin trabajo tras el cierre de la empresa donde trabajaba, precisamente del rubro de la elaboración de barquillos y conos.
"Cuando la fábrica cerró, mi papá se quedó con la enseñanza que logró en esa empresa; ese aprendizaje llegó hasta la fabricación de las máquinas. Por eso ahora, aparte de hacer barquillos y conos, ensamblamos máquinas para su elaboración”, afirma Jhon Choque, el hijo del emprendedor Moisés Choque.
De una a tres
La fabricación de los barquillos y conos que en el mercado son conocidos por la marca MCH comenzó con una primera máquina que compró Moisés, pero luego se incorporaron otras dos ensambladas por él y su hijo, la última tiene un nivel semiindustrial. "Con tres máquinas y estamos apuntando a llegar a una producción industrial”, dice animado Jhon. Si bien las galletas para helados MCH no han llegado al mercado paceño, los Choque sí vendieron tres máquinas de hacer de barquillos que operan en este departamento.
"Nosotros ensamblamos las máquinas de barquillos, se llaman barquilleras para helados y las otras se llaman coneras. Las piezas principales llegan de Argentina, pero sólo son pequeños detalles, la mayor parte lo hacemos en nuestro taller”, destaca Jhon, quien aprendió sólo con la guía de su padre a armar, ensamblar y poner en buen funcionamiento las maquinarias.
"En la actualidad tenemos como 12 barquilleras distribuidas en toda Bolivia y unas 15 coneras. Las máquinas coneras las hacemos aquí por completo, incluso las piezas”, explica Jhon.
Para hacer las máquinas, Moisés y Jhon se organizaron de tal manera que Moisés se encargaba de ensamblar las piezas, mientras que Jhon armaba las máquinas y verificaba su buen funcionamiento. Además, contrataron los servicios de tornerías y de ingenieros mecánicos. Hoy, Jhon domina todo lo que tiene que ver con la realización de las barquilleras y coneras.
Cada barquillera tiene un precio de alrededor de 15.000 dólares, mientras que las coneras están valuadas en 10.000 dólares, aproximadamente.
Ampliar el mercado local y exportar
El año pasado, los Choque decidieron presentarse al concurso Emprendeideas, organizado por Soboce, con el objetivo de que si lograban algún premio lo destinarían a todas las inversiones necesarias para abarcar los mercados de los nueve departamentos con sus barquillos y conos, además de dar los pasos iniciales para la exportación.
En sus planes está, en primera instancia, el mercado de algunas ciudades del Perú.
"Estamos trabajando en eso y yo creo que hasta fin de año vamos a lograrlo, estamos en trámites, el mercado siempre trae altibajos, pero seguimos trabajando”, informa Jhon. En sus primeros años la fábrica MCH ocupaba sólo un quintal de harina por día de trabajo y no más de tres veces por semana. Sin embargo, el producto fue ganando mercado por tener más calidad y porque era más fresco.
"Nos fueron conociendo por todo lado, así aumentó el crecimiento y hoy llegamos a utilizar cuatro quintales cada día y trabajamos de lunes a sábado, nosotros y tres trabajadores”, explica Jhon.
MCH no almacena su producción, pues toda se distribuye a sus clientes el mismo día o en la semana. "Nuestros barquillos son consistentes, no son rancios y están elaborados en el día y no fallamos con los contratos, porque conocemos bien las máquinas”, destaca.
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