miércoles, 27 de agosto de 2014

Tratamientos mecánicos en frío

La deformación en frío produce un aumento de la dureza y la resistencia a la tracción de los metales y aleaciones, disminuyendo su plasticidad y tenacidad. El cambio en la estructura (no es la constitución) se debe a la deformación de los granos y a las tensiones que se originan; cuando un metal ha recibido este tratamiento, se dice que tiene acritud. 
La acritud se caracteriza porque el metal adquiere un aumento de dureza tanto más considerable, dentro de ciertos límites cuanto mayor haya sido la deformación. Además, los tratamientos mecánicos en frío producen fragilidad en el sentido contrario de la deformación; y, debido a la falta de homogeneidad de la deformación, se ocasionan las citadas tensiones internas en las diversas capas del metal. Cuando el metal tiene acritud, o sea, está en estado agrio o templado en frío, sólo debe emplearse cuando no importe su fragilidad o cuando los esfuerzos sólo actúen en la dirección de la deformación, como ocurre con los alambres, cuerdas de piano, cintas metálicas, etc. 
La acritud puede eliminarse total o parcialmente por un tratamiento llamado recocido contra acritud, y las tensiones internas, mediante un recocido de estabilización. El recocido contra acritud se realiza a temperaturas muy poco superiores a la de recristalización y se aplica a todos los metales y aleaciones que se endurecen por deformación en frío. 
El recocido de estabilización se efectúa a temperaturas comprendidas entre los 100 y 200 UC y durante tiempos muy prolongados que superan frecuentemente las 100 horas; se aplica a toda clase de metales y aleaciones. Este tratamiento es, en realidad, un envejecimiento artificial, pues con él se consigue acelerar las deformaciones que se producirían espontáneamente en el transcurso del tiempo, evitando de esta manera las variaciones de cotas de las piezas una vez terminadas.

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