martes, 27 de mayo de 2014

Estado de la materia - I

Las moléculas que forman los cuerpos no están en estado de reposo. Entre ellas existen fuerzas de atracción (cohesión) que tienden a mantener las unidas y otras de repulsión que actúan al mismo tiempo y se oponen a las anteriores. En consecuencia, habrá espacios entre ellas tanto mayores cuanto mayor sea el predominio de éstas sobre aquéllas. Así se explican los estados en que pueden presentarse los cuerpos, reducidos fundamentalmente a tres: sólido, líquido y gaseoso.
Sólido La materia se presenta como discontinua, desde el momento en que se halla constituida por partículas elementales, moléculas y átomos. Pero, cuando consideramos las características de una sustancia, no tenemos solamente en cuenta el comportamiento de los átomos aislados, sino también el del conjunto de todos los que intervienen en su formación. Según el estado físico de la materia, estas agrupaciones atómicas se nos manifiestan con distinto carácter. Así como, en el estado gaseoso y el líquido, los átomos de la materia están afectados de gran movilidad, lo cual les permite adaptarse a cualquier configuración externa que los con- tenga, en el estado sólido los átomos presentan cierta persistencia en sus posiciones, lo cual, aunque no significa rigidez, confiere a la materia cierto grado de indeformabilidad característico de este estado. El estado sólido se divide en otros dos: el crista- lino y el amorfo.
Al principio se consideró que la diferencia entre ambos estados quedaba establecida porque el primero, el cristalino, presentaba cierta regularidad externa que permitía la apreciación de planos y ángulos diedros en su configuración, dando origen a formas poliédricas más o menos complejas; por otra parte, cierta irregularidad sistemática en sus propiedades, variables según la dirección que se considerase en el cristal, definía el estado cristalino. El amorfo, por el contrario, manifiesta irregularidad en sus formas externas e independencia en sus propiedades respecto de las direcciones que se pudieran considerar. Los especialistas, no obstante, pensaron siempre que dicha regularidad externa en el estado cristalino debía provenir de una ordenación íntima, de una arquitectura interna por la cual los átomos constituyentes del cuerpo cristalino se ha liaran distribuidos según una ordenación típica y no al azar. 
También suele ocurrir que sustancias que se presentan como de carácter amorfo no lo son intrínsecamente, puesto que tal carácter es consecuencia de acciones perturbadoras que, durante su formación, impidieron el agrupamiento ordenado de sus átomos. Si tales agentes perturbadores desaparecen, la sustancia agrupará sus átomos ordenadamente, dando lugar al estado cristalino. De la consideración de estos dos estados surgen los conceptos de anisotropia e isotropia. El estado cristalino por constituir una ordenación atómica, no manifestará un idéntico comportamiento ante agentes externos en cualquiera de las direcciones del cristal, lo cual se denomina anisotropia. 
Por el contrario, el estado amorfo, con su arbitraria constitución característica, presentará idénticas propiedades en cualquier dirección del cuerpo que se considere; es, pues, isótropo. Estas diferencias entre los estados cristalino y amorfo dan lugar a que el paso de líquido a sólido se realice de forma progresiva o brusca, según veremos más adelante.

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